Un poco de historia...
En Argentina, allá por 1810, los habitantes del Río de la
Plata, a pesar de la influencia española, se empezaba a manifestar el consumo
de carne desde la campiña, proveniente del ganado cimarrón
que traían los inmigrantes.Las
comidas de antaño comenzaban generalmente por la sopa de fideos, de arroz o de
pan, a la que se agregaba uno o dos huevos cocidos por invitado. Seguían el
puchero de cola o de pecho, con chorizo, verdura o garbanzos, acompañado de una
salsa de tomate y cebollas; la carbonada, que en el verano llevaba choclo,
peras o duraznos; el quibebe, que era zapallo machacado, al que a veces se le
agregaban papas, repollo y arroz; el sábalo de río frito o guisado; las
empanadas y pasteles de fuente, con carne o pichones; la humita en chala y el
pastel de choclo, el asado de vaca a la parrilla; la pierna de carnero mechada;
el pavo relleno, engordado en la huerta de la casa, que se mandaba a asar en la
panadería próxima; las albóndigas de carne con arroz; el locro. Los postres
eran igualmente sencillos: mazamorra, arroz con leche, yema quemada, torrejas,
pasteles de membrillo, cidra cayote, tomate, batata grande, zapallo, etcétera. De manera que
puede decirse que la Cocina de Mayo fusionaba lo español con algunos
productos autóctonos o que habían sido traídos por los conquistadores, entre
los cuales la carne vacuna proveniente del ganado cimarrón era la estrella en
cualquier mesa.
Un documento rescatado del Cabildo, fechado el 29 de mayo,
da cuenta de que los cabildantes comieron chocolate y bizcochos, además de
beber vino generoso y de Málaga. Todo lo que mencionamos, corre para el
puerto de Buenos Aires, ya que en interior cada región tenía lo suyo. Pero si
la cocina de Mayo era fruto de la “pobreza”, resulta sencillo entender por qué
somos un pueblo carnívoro.
El ganado era cimarrón y tenía escaso costo o nulo. A tal
punto que el gaucho comía sólo algunas partes del animal y lo demás quedaba a
merced de los carroñeros. Esa era la Cocina de Mayo, de la cual heredamos
ciertas costumbres que el paso del tiempo no ha modificado. Y sería bueno que
nunca se pierdan (fondodeolla.com).
Tenemos platos que después de cientos de años se siguen
repitiendo en cada mesa en algún rincón de la Argentina. Tenemos cultura culinaria,
tenemos excelentes productos. Ya se asoman hace unos años cocineros con ganas
de investigar e incursionar sobre la historia culinaria argentina. Volver a
nuestras raíces. No hay una nueva cocina argentina, hay ganas de volver a la
tradicional cocina, la que nos representa, la que alimentó a nuestros antepasados.
Hoy, se quiere volver al respeto por la tierra, por los alimentos, por las técnicas.
Yo me sumo a esa camada de cocineros/as que quieren empaparse de Argentina. ¡Viva
la patria!
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