Los delirios de Chefcita

Estar en una cocina nos empuja a sentir cientos de cosas. A pasar por muchos estados sin elegir cual, ni el momento. Simplemente te pasa. Podes pasar de la alegría a la emoción, de la frustración al mayor pico de adrenalina de tus últimos tiempos. Estas conforme y al segundo estas tan, pero tan mal que sentís que ese puede ser tu último servicio. Y así estamos, todo el tiempo sin dejarnos de mover y sin dejar de sentir. Te sentís seguro en ese lugar, te gusta es lo que realmente querés, pero pasa una milésima de segundo y comienza un dolor agudo desde la planta del pie hasta la cadera, y claro, si hace diez horas estas parado. Otra vez la duda, te enoja, estas ahí sintiéndote mal. Tenes ganas de irte; y allá a lo lejos viene la moza con una comanda, suficiente para dejar el dolor de lado y seguir con tu trabajo. Estados, montaña rusa de sensaciones a cada instante. Incógnitas, un par de pequeños accidentes y ya nos planteamos toda la profesión en un minuto. El chef te llama la ate

Cocinas. Grandes y lujosas también hay cuevas. Cocinas ventiladas, y otras tan oscuras y acaloradas que empezas a odiarte por estar ahí hasta no escuchar la comandera con el primer pedido.  Las hay, con plazas organizadas, y otras en donde todos hacen todo, literal y al mismo tiempo. El voy atrás, voy caliente se oye hasta en la China.  Algunas tienen toda la tecnología, maquinaria, y todo lo que necesites para cocinar los platos más vanguardistas, y hay otras en donde revolvés la salsa con un palo de madera que en algún momento eso, había sido una cuchara.  Tenes jefes de compra, que le das la lista con utensillos que necesitas, y te gestionan todo rápido, y hay otros que o nunca te traen lo que pediste y haces malabares con las cucharas, espumaderas y cuchillos que tenes, o bien te traen un cepillo para papas cuando vos pediste otras cosas que te urgen Así que al principio ves el cepillo para papas, con bronca hasta que lo transformas en “algo” multiuso, que te salve en algún mome

Gestos. Eso quiero ver. Observo a la gente en los micro segundos que tengo. Observo desde que entran al salón, observo cuando ya estas sentados, eligiendo el vino. Trato de entender su energía, quiero observar que le trasmitimos con los platos. Miro atentamente cada mesa, cada rostro. Veo gente relajada, sonriente, y disfrutando. También veo gente un poco seria, en esa gente me enfoco. La mayoría pide menú degustación, van saliendo los platitos, y yo sigo observando, parada detrás de la barra, apenas mis ojos se asoman. Ojos grandes que lo ven todo. Ojos grandes que se emocionan, si logro mi propósito. Salen dos, tres platos y esa gente seria tiene la cara paralizada, no me dice nada. Siguen llegando comandas de las mesas de la felicidad y de esta mesa de la gente seria. Saco el cuarto plato, la cara del serio, ya no es tan seria, se ablando, no se si por el vapor del plato que le envié a la mesa, pero muy de a poco creo que lo voy logrando, no me trasmite nada, todavía. Sigue la lluv

Manos que dan, no se guardan nada. Manos que demuestran lo que hacemos. Manos fieles a nosotros. Manos que aguantan, se queman, se cortan, duelen y siguen. Manos laceradas, no por eso se para. Manos que interpretan lo que dicta el alma. Manos en todos lados, en todo momento. Hay manos que te cuentan historias con solo mirarlas. Hay manos que erizan tu piel con solo rozarlas. Manos cocidas, atrapadas, cortadas. Manos que padecen, se hieren, no descansan. Manos suaves ya no quedan, el camino de la cocina las llena de asperezas. Hombres, mujeres todos con las mismas consecuencias. Sus manos presentan lo que dictó su conciencia. 

Empieza el invierno hoy, el solsticio de invierno, mejor dicho. Como todos los 21 de junio en el hemisferio sur, pero no me siento con  tanto  frío ya, tengo la llama de mi vocación más encendida que nunca, me da calor, me abriga, me abraza. Las calorías son suficientes para hacerme olvidar todos mis inviernos llorando tu presencia y después tu ausencia. No hubo más inviernos tristes, desde que encontré mi camino, no hubo mas lamentos si el invierno me encontró cocinando. Los días son más cortos, mi mise en place vuela, pero las noches son más largas y siento que mis despachos lo son también, parecen interminables, quería y no quería que se terminen. Afuera hacia grados bajo cero, pero yo al lado de la plancha sudaba emociones. Cocinando dejaba atrás miedos. Emplatando transpiraba sensaciones. Desde que te encontré todo lo transformaste. Hasta las estaciones del año.                Guisito de lentejas y mollejas crujientes.

El 20 DE JUNIO  es feriado nacional y  día  festivo dedicado a la  bandera  argentina y a la conmemoración de su creador, Manuel Belgrano, fallecido en ese  día  de 1820. La fecha fue decretada por ley 12.361 del 8 de junio de 1938, con aprobación del Congreso, por el entonces presidente de la Nación Argentina, Roberto M. Ortiz. (Fuente: Wikipedia) Cerro Catedral - Bariloche Argentina  ¿Que comían los argentinos en esa época?  Las comidas predilectas de los criollos de la época eran  la sopa de arroz y la de fideos, el asado, el matambre, el puchero, diversos guisos, las albóndigas, el estofado y los zapallitos rellenos . El  locro  y las  empanadas  también formaban parte de los platos más consumidos, al igual que un  picadillo que se hacía con pasas de uva . La  carbonada  es otra de las comidas típicas de la época colonial, y está muy relacionada con la argentinidad. Sin embargo, muy pocos saben que su origen es belga, y que en aquellas tierras lleva el nombre de 

Infancia. A veces no quiero recordar,la parte triste de mi infancia duele.  Abandono, gritos, discusiones, ausencias, partidas,llantos. Lo único que me lleva a volver el tiempo atrás y zambullirme en esa etapa, es mi amor por la cocina. Recuerdo que no llegaba a la mesada, así que hacia las milanesas parada sobre un banquito (le sacaba la grasa al bife de nalga, lo pasaba por huevo batido con perejil y ajo fresco picado, un poco de sal, y mostaza, luego al pan rallado en casa). Ese perfume a perejil y ajo me traslada en un segundo a esos momentos. No me lastima, me gusta recordarme así. Mi mamá me cuenta que me levantaba y lo primero que le preguntaba era que íbamos a almorzar, y así todo el tiempo,todos los días.Ni hablar de los domingo que ella podía hacer comida mas elaborada y yo podía disfrutar de la previa, con una sola condición, que este callada, jajaja hablaba hasta por los codos. La mayoría de mis amigos del barrio se juntaban a ver dibujitos. Yo me quedaba sola en

Fernando Trocca cocinero argentino, nacido en Buenos Aires en 1966, se enamoró de la cocina mirando a su abuela, Serafina. Es una de las cosas que hicieron un clic dentro mío cuando comencé a leer su libro, TROCCA, un libro que empezas a sentir sabores en tu boca, emociones de todo tipo desde el principio hasta el final. Pasas de la incógnita a la emoción en dos segundos, o por lo menos eso me pasó mientras lo leía. Comenzaba seria leyendo un párrafo y lo culminaba con una sonrisa. Es que este hombre, siento que ha tenido como magia en su vida, y eso lo trasmite a través de su escritura, yo pude comprobarlo. Un hombre que demuestra simpleza en sus palabras a pesar de su gran éxito. “ESTE LIBRO RESUME TREINTA AÑOS DE MI TRABAJO COMO COCINERO. LAS RECETAS QUE APRENDI DE MI ABUELA, EN LA INFANCIA, EN MIS VIAJES, CON AMIGOS. MIS COMIENZOS, PASANDO POR MI PRIMER RESTAURANTE, HASTA HOY EN SUCRE, GAUCHO Y SANTA TERESITA. ÉSTA ES MI HISTORIA. ÉSTA ES MI COCINA. ÉSTAS SON MIS RECETAS AL AL

Alimentar, nuestro objetivo. Desde el amor y con pasión. Poner la mejor energía para crear un plato con el que alimentemos, nutramos. Alimentar con todos los sentidos. Alimentar cada parte del cuerpo, alimentar para curar, alimentar para recordar, alimentar para saciar, alimentar cuando haya hambre, alimentar cuando haya angustia, alimentar a un desconocido, alimentar a un animal, alimentar cuando quieras entregar parte de ti, alimentar a tu familia y amigos, alimentar en una escuela, alimentar con poco dinero, alimentar con buenos productos, alimentar si estas triste, alimentar cuando estés súper feliz. Alimentar para seducir, alimentar para criar, alimentar un día de lluvia, alimentar al aire libre, alimentar a los abuelos, alimentar cuando damos de mamar, alimentar sin que te lo pidan. Alimentarnos nosotros mismos.  Siempre se trata de eso… ALIMENTAR. Regina Gómez Pesci

Una de las cosas que más se necesitan en esta profesión es la “Perseverancia”. Pasamos por muchas sensaciones día a día, cosas que nos enojan, disgustan, hieren, entre otras… En esos momentos hay que recurrir a ella, ya que es lo que nos puede sostener y mantener en este hermoso camino que nunca deja de ser rudo con nosotros/as. Hay que saber que las cosas son temporales, si es algo bueno habrá que disfrutarlo al máximo, y si es algo malo, aprender y pasará de largo. Nos dejara una enseñanza, pero debemos continuar, levantarnos día a día para saber que lo que necesitamos es, fuego, cuchillos, adrenalina, alimentos, la famosa frase “persevera y triunfaras”, si esa, tan conocida, es lo que tenemos que hacer. Rubro hostil ya lo he dicho, pero el que te entrega amor en cada bocado de tus comensales. 

No es un don cocinar, es el resultado de esfuerzo diario. Porque digo esto, porque en mi caso siempre quise cocinar y dedicarme a la gastronomía, desde muy chica, pero lógicamente no alcanzaba solo con eso. Me metí en una cocina a los 20 años de ayudante, y empecé muy de abajo. Pelando papas, cortando cebollas, afilando cuchillos para que otros usen, limpiando la cocina después de cada servicio, sacando la basura, fajinando platos, acomodando la mercadería que entraba, lavando verduras, entre otras cosas. Me toco un jefe de cocina bastante jodido, machista, muy gritón, enojado con la profesión. Eso no importo, yo tenía GANAS, y eso pesaba más que cada día que me volvía llorando a mi departamento. Recuerdo que la plata no me alcanzaba para nada, quería estudiar, me moría de ganas. No tenía tiempo para nada me pasaba los tres turnos en la cocina, de a poco me iban dando más tareas, yo feliz, igualmente no dejaba de volver llorando al departamento en algunas oportunidades. Pasaban los me

Compartimos todo. En la cocina aprendes a compartir. COMPARTÍS conocimiento, recetas, conceptos, historias, comida, sabores, texturas, dolores, técnicas, modos de cocción, miedos, experiencias, sensaciones, vivencias, palabras, ropa de trabajo, herramientas, cuchillos, maquinaria, pasión, entrega, enojo, alegrías, frustraciones, desencanto, amor, locura, excitación, adrenalina entre otras cosas. Es una profesión que te acerca a todo. Ella es GENEROSA con nosotros los cocineros/as.