COCINAS
Cocinas. Grandes y lujosas también hay cuevas. Cocinas ventiladas,
y otras tan oscuras y acaloradas que empezas a odiarte por estar ahí hasta no
escuchar la comandera con el primer pedido. Las hay, con plazas organizadas, y otras en
donde todos hacen todo, literal y al mismo tiempo. El voy atrás, voy caliente
se oye hasta en la China. Algunas tienen
toda la tecnología, maquinaria, y todo lo que necesites para cocinar los platos
más vanguardistas, y hay otras en donde revolvés la salsa con un palo de madera
que en algún momento eso, había sido una cuchara.
Tenes jefes de compra, que le
das la lista con utensillos que necesitas, y te gestionan todo rápido, y hay
otros que o nunca te traen lo que pediste y haces malabares con las cucharas,
espumaderas y cuchillos que tenes, o bien te traen un cepillo para papas cuando
vos pediste otras cosas que te urgen Así que al principio ves el cepillo para
papas, con bronca hasta que lo transformas en “algo” multiuso, que te salve en algún
momento.
Cocinas impecables y pulcras, cocinas que ves por la ventana
todo en color cepia de la grasa que portan. Cocinas en donde hay buena onda,
chistes cada tanto, cargadas, y hasta a veces carcajadas. Y otras en donde no
vuela una mosca, lo único que se escucha es el “oído chef”. Cocinas acá, allá en lugares insólitos,
lugares habilitados, sótanos sin ventilación, cocinas sofisticadas, cocinas
atadas con alambre.
Cocinas de tan pequeñas que son tu cuerpo esta inmóvil lo único que se mueven son tus brazos. Cocinas estáticas y cocinas que flotan en Cruceros o barcos de pescadores.
Hay cocinas que juntan diferentes etnias, razas e historias
y otras en donde es la misma gente del pueblo donde viven hace 20 años.
Cocinas nuevas y cocinas con más de 30 años de historia. Todas
tienen el mismo propósito, albergar cocineros, que den lo mejor de sí en cada
servicio.
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