INFANCIA

Infancia. A veces no quiero recordar,la parte triste de mi infancia duele. 
Abandono, gritos, discusiones, ausencias, partidas,llantos. Lo único que me lleva a volver el tiempo atrás y zambullirme en esa etapa, es mi amor por la cocina.
Recuerdo que no llegaba a la mesada, así que hacia las milanesas parada sobre un banquito (le sacaba la grasa al bife de nalga, lo pasaba por huevo batido con perejil y ajo fresco picado, un poco de sal, y mostaza, luego al pan rallado en casa). Ese perfume a perejil y ajo me traslada en un segundo a esos momentos. No me lastima, me gusta recordarme así.
Mi mamá me cuenta que me levantaba y lo primero que le preguntaba era que íbamos a almorzar, y así todo el tiempo,todos los días.Ni hablar de los domingo que ella podía hacer comida mas elaborada y yo podía disfrutar de la previa, con una sola condición, que este callada, jajaja hablaba hasta por los codos.
La mayoría de mis amigos del barrio se juntaban a ver dibujitos. Yo me quedaba sola en casa, escondida de mamá porque no era horario de ver tv, y miraba Utilísima el programa de Patricia Miccio, Choly Berreteaga, Gato Dumas Cocinero con Guillermo Calabrese como su asistente, algunas repeticiones del programa de Doña Petrona y veía por la TVE Karlos Arguiñano, entre otros.
Me encantaba. No podía dejar de imaginarme con la chaqueta puesta, el delantal y cocinando. Soñar me permitía irme de la realidad que a veces me agobiaba.
Acordarme de mi abuela materna, a través de los relatos de mi madre, también me hacían perderme en mis ilusiones.

Infancia,  primera etapa en la vida de una persona. Sumamente importante, donde definimos vínculos que pueden prolongarse a lo largo de nuestras vidas, yo pude. Yo definí mi vínculo con la cocina, sin lugar a dudas. Vínculo que me salvó muchas veces, me saco de lugares donde no quería estar y pinto de colores recuerdos que no se merecían más que un blanco y negro. No quiero quejarme, no quiero lamentarme, las cosas pasan siempre por algo, soy como soy por todo lo malo y bueno que pase. Pero tengo algo extra, que destaco, siempre tuve compañía, nunca estuve sola. Ni en los lugares más fríos, ni en los momentos más oscuros, ni en las situaciones más dolorosas. Siempre estuvo ella, "la cocina". 
Siempre estuvo en esa pequeña niña despeinada, desprejuiciada, inocente de ojos muy grandes, la ilusión de llegar a vivir de la cocina. 

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