CULPOSOS/AS

Antes no se pensaba tanto en el después, antes de comer.  La comida era abundante. Se comía una entrada generosa fría quizás, luego una sopa, un super plato principal, un exquisito postre, fruta, café y, licor suena bastante calórico. ¡Si, quizás! Pero no quiero entrar en ese punto de vista, sino en lo que siento que les pasaba a ellos, los comensales. Las reuniones, los agasajos, eran generosos, y la gente iba lista para disfrutar para comer, para ponerse “pipon” (modismo argentino utilizado en lugar de decir que una persona quedo satisfecha, llena). Antes las preocupaciones no eran las de ahora, las calorías, los vientres marcados, la comida de moda, la lechuga sin pesticidas, los carbohidratos de más o de menos que consumimos. Creo que antes, se pensaba menos en el después de comer, lo que hacía que se disfrute más.
Por ejemplo, en nuestro país, Argentina, en la época de Doña Petrona, ¿me van a decir que se preocupaban en hacer cien flexiones de brazos porque se habían comido una porción de imperial ruso de más, o salían a correr a la manzana porque habían repetido una porción de canelones a la Rossini? Yo creo que no, se comía sin las preocupaciones de ahora. Hoy todos comiendo apurados, totalmente estresados y culposos por comer proteínas con hidratos, como si eso fuera la muerte, repetir doble ración, o comer una fritura.
Me parece que lo bueno es sentarse a la mesa, en lo posible, y disfrutar de la gente que nos rodea, de la comida, que preparamos o nos prepararon. Hablo de pasar un momento agradable. Hablo de sentirnos bien con lo que estamos haciendo. Si no se termina convirtiendo en una cadena de desperdiciar momentos.
Nosotros, los cocineros/as trabajamos para eso, para alimentar, para que la gente disfrute, pase un buen momento. Me parece que hay que volver a eso.
Tengo en cuenta la época de antes, ojo, eran otros productos, otros tiempos, otra forma de vivir. Ni mejor ni peor, diferente.
Hablo así porque mi abuelo hoy tiene 94 años, y se emociona al contarme como comían con sus hermanos, la fruta recién extraída de la planta, la leche de vaca recién ordeñada, la carne del animal que hasta ayer tenía nombre y pastoreaba en su terreno. Un hombre de buen comer, bien alimentado, con épocas con más o menos dinero, él no sabe de dietas, él sabe de alimentarse y disfrutar. Él no sabe de culpas. Comió hasta lo imaginable, por suerte pudo contármelo. Y yo por suerte puedo entenderlo y apreciar sus relatos.

Con lo expuesto anteriormente no estoy en contra de las dietas, estoy a favor de alimentarnos y disfrutar. El cuerpo es un envase, el alma su contenido. Cada uno/a sabrá que quiere alimentar. 

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